Nuestras vidas son como grandes casas con muchas habitaciones y pasillos angostos, cada habitacion cuenta la historia de un mundo aparte. En una habitación está el trabajo o los estudios, en otra están los amigos, en otra está la familia, y otras habitaciones grandes o pequeñas aparte aquellos sub-mundos que forman parte de nuestra realidad y que creamos en conjunto con otras personas que nos ayudan al ser parte de nuestra vida y nosotros les ayudamos al ser parte de sus vidas.
Mientras estamos en una habitación conocemos el mundo de esa y sólo esa habitación, cualquier cosa que suceda en el exterior no nos importará en los más mínimo porque no somos concientes de que hay algo más; mientras nos cambiamos de habitación, los angostos pasillos representan breves momentos de conciencia en donde somos capaces de ver que hay más, pero en cuanto entramos a la siguiente habitación se pierde o se olvida esa visión para cargar con una nueva realidad, la de la habitación en que acabamos de entrar.
Constantemente nos movemos de una habitación a otra y frecuentamos unas más que otras; a medida que crecemos dejamos de ir a algunas y conocemos otras habitaciones que nos atraen de esta gran casa que nos acoje en nuestra vida. De esta forma nos habituamos a una serie de habitaciones como una rutina, pasamos de una a otra en orden de acuerdo a lo que elegimos vivir día a día.
Hay algunos con más fortuna que han podido ver tempranamente otras realidades lo que los lleva a otras casas vecinas o distantes que los hacen pasearse por un espectro de experiencias superiores a aquellos que viven en una sóla casa. Visitar habitaciones de otras casas es sumamente positivo, permite además ver otras casas aunque sea por fuera y recorrer otros pasillos para llegar a otras habitaciones.
Por otro lado están los que se pasean por las calles evitando entrar en las casas porque no quieren pasearse de habitación en habitación todo el día, borrando los momentos vividos en las habitaciones para poder entrar en las siguientes.
Y luego están los que pasean por las calles pero que no temen entrar en las casas de grandes habitaciones y pasillos angostos porque pueden salir cuando deseen de las casas, además son capaces de sacar a aquellos que no pueden salir de habitaciones que los perturban. Y pueden visitar las casas que deseen y aprender de aquellas que nunca han visitado antes.
Los mundos de nuestras habitaciones tienen muros que son tan duros como nuestros deseos de no salir a las calles a conocer otras realidades.
La idea de las habitaciones en estas casas es aprender pero la mayoría se queda en un ciclo y visita repetidamente aquellas habitaciones que le agradan más o que creen que más les servirán.
Aprender de las casas pero vivir en las calles es la lección.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
bonita reflexión Diego...!
Publicar un comentario